PRESENCIA Y VIDA DE HERMANDAD
Desde mi primer día en la Hermandad como Comisionado de la Delegación Diocesana para Asuntos Jurídicos de las Cofradías, un miércoles 26 de febrero en la misa de Hermandad, he podido observar que la presencia de hermanos en todos los cultos ha sido muy numerosa, de capilla llena y hermanos en la calle y la iglesia de la Misericordia con todos los bancos ocupados.
Ello me llena de satisfacción porque se demuestra que, en la Hermandad, hay al menos presencia de un numeroso grupo de hermanos que demuestran interés y cercanía. Y además de todas las edades. Con mucha presencia de jóvenes.
La base está y no hay que ir a buscarla.
Ahora hay que dar el siguiente paso y tenemos que aprovechar nuestro interés por estar presentes, con una reflexión personal de cada uno de nosotros de hacer verdadera vida de Hermandad.
Es distinto nuestro interés por estar que el que podamos demostrar por vivirla.
Sé perfectamente que las heridas del alma son las más difíciles y las que más tardan en cicatrizar. Pero también sé que con esas heridas es imposible ser feliz.
Podemos caminar, podemos avanzar pero jamás disfrutaremos de una vida de Hermandad en familia. No podremos presumir de una corporación sana donde entre iguales y diferentes se conviva en armonía, practicando algo tan sencillo y agradable como es la fraternidad cristiana.
En los Panaderos nadie sobra. Nadie está de más. Todos los hermanos son imprescindibles.
Sobran los problemas que desbordan esa alma herida con el tiempo. Sobran los malos comentarios sobre hermanos que no son ni peores ni mejores que nosotros mismos. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra…
Pensar que «todo iría mejor en mi Hermandad si se quitaran de en medio unos cuantos y, yo con mis afines, tomásemos las riendas,» es simplemente abdicar de lo que realmente debe unir a un grupo de cristianos comprometidos y que no es otra cosa que, desde la humildad, practicar la caridad cristiana.
No estamos llamados para juzgar a nadie, porque nosotros mismos podemos ser juzgados para caer en las llamas del infierno.
¿Estamos dispuestos a ello?
Pensar que un mayordomo, un secretario o un prioste, o por qué no un capataz de la cuadrilla de costaleros, se tiene que marchar porque lo que hace o como lo hace a mí no me gusta, puede convertirse en el juego de la perversidad, porque sobre lo que yo hago también podrían opinar, y la perfección es muy difícil alcanzarla. Es más fácil llegar a la autocomplacencia y evitar autocríticas.
Ha llegado el momento de hacer Hermandad con los que están libres de heridas en el alma, y piensan y actúan por y para una institución de Iglesia con 425 años de historia. Pero también para los que están dispuestos a cicatrizar esa herida. Para aquellos que quieren avanzar desde el corazón y que están prestos para dar un vuelco a la situación que hoy vivimos.
Para los demás: aquellos que no abran las ventanas, los que continúen aferrados a rencillas y quienes dividan entre unos y otros, para ellos será un tiempo de descanso y desconexión, contribuyendo a su hermandad, principalmente, con su presencia en los cultos y en la cofradía, y poco más. Ya llegarán tiempos de reincorporarse y tener presencia activa. De momento, algo de descanso para la reflexión. Si de verdad quieren a su Hermandad, con esa actitud es como más pueden demostrarlo.
Tenemos la obligación, por la memoria de todos los hermanos de los Panaderos que nos precedieron y que tanto lucharon por tener una Hermandad de la que presumir y por lo bien que hacía las cosas, de asumir ese legado y trabajar desde la concordia por conseguir revertir esta situación provisional y conseguir el pulso cofrade que nos merecemos.
La Junta Rectora está formada por dos personas, que llegamos con la ilusión de ayudar y servir a la Iglesia, con experiencia en nuestras respectivas Hermandades en distintos cargos en juntas de gobierno y además, haber ocupado la máxima responsabilidad como hermanos mayores, y por cuatro hermanos comprometidos, que aman a su hermandad. Ellos también tienen mochilas más o menos cargadas como todos, pero que las dejan en casa para que se pierdan en el baúl de los recuerdos y de esa manera, poder servir a todos los hermanos, sin excepción, en este periodo complejo y difícil, pero a la vez ilusionante. Porque tenemos la completa seguridad que dará buenos frutos y podremos celebrar que el trabajo que haremos habrá cumplido su objetivo.
Os pido humildemente la máxima colaboración y respeto con el trabajo de todos ellos. Que seamos comprensivos y sepamos disculpar los errores que, sin dudas, cometeremos porque no somos perfectos. Posiblemente, incluso, para muchos no sean los idóneos. Normal. Yo tampoco he sido el Comisionado ideal, con toda seguridad. Lo que si os puedo garantizar, porque así lo creo firmemente, que todos juntos, en equipo, constituimos la mejor Junta Rectora que puede tener la hermandad en estos momentos y así estamos dispuestos a demostrarlo. Y el Miércoles Santo, TODOS, pero todos de verdad, haciendo hermandad.
Que el Señor del Soberano Poder en su Prendimiento y María Santísima de Regla Coronada os guíen, guarden y den salud.
José de Cristóbal González. Presidente de la Junta Rectora